Langdon Winner

viernes, 15 de marzo de 2013

UNA CONCIENCIA MORAL INCOMPLETA.


La primera parte del documental “La corporación” analiza los rasgos de las corporaciones como si éstas poseyeran una personalidad propia. No es algo tan descabellado como puede parecer en un primer momento, porque las corporaciones son personas hoy en día. Sí, personas jurídicas, que no de carne y hueso, pero personas al fin y al cabo, a todos los efectos legales. De aquí partimos, por un lado.
Por otro, debemos saber y partir también de lo siguiente: toda persona que posea unas facultades mentales normales desarrolla una conciencia moral, que brota de atributos tales como la materialidad (corporalidad), la emocionalidad, la educación, el entorno y la sociedad de la misma, entre otros muchos. Cada uno desarrolla su propia conciencia moral. Algunas personas desarrollan una conciencia moral que la psicología cataloga como insana. Es el caso de los psicópatas.
Mi intención en estas escasas líneas es hacer ver que las corporaciones, si poseen algo así como una conciencia moral, es la propia de una personalidad psicópata. Y ante todo, mostrar que esto es normal. Es decir, creo que las corporaciones son psicópatas morales por norma general, como resultado de los factores que conforman su característica “conciencia moral”.
Las corporaciones son instituciones cuya finalidad es la obtención de un beneficio (cuanto mayor, mejor), fruto de la inversión de un capital puesto en común por las personas que la forman. Tenemos así que, efectivamente, la corporación está formada por individuos de carne y hueso, pero no en tanto que corporales, no en tanto sociales, no en tanto seres emocionales o capaces de empatizar o sentir, ni siquiera en tanto individuos capaces de dialogar. Estos individuos se reúnen sólo en tanto que inversores de un capital que quieren ampliar. Eso es lo único que tienen en común. Por lo demás, lo más probable es que esas personas sostengan posiciones muy diferentes en cuanto al medio ambiente, la sociedad, el bien de los individuos... Quizá algunos no hayan reflexionado mucho en torno a estas cuestiones.
Así pues, si la noción actual de corporación se mantiene, tal institución estará condenada a ostentar una conciencia moral muy frustrada. Cada uno de los miembros de una corporación (podemos imaginárnoslos como diferentes secciones de un cerebro comunitario) entra en contradicción con los demás en muchos puntos, deja muchas otras cuestiones sin resolver, y se centra en realizar ad infinitum y ciegamente la única tarea para la cual ha sido conformada: tener más (capital). La corporación, en analogía con el tal cerebro comunitario, es un fraude: es un cerebro incompleto y contradictorio, además de innatural (es inmortal e inmaterial, puede valerse tan sólo de una imagen, la cual se labra para mostrarse y subsistir). Es, en definitiva y por definición, un monstruo psicópata, no una persona.

Gabriel Sánchez Maestro, de Filosofía Política II, grupo 3.

5 comentarios:

  1. Hola Gabriel, me gusta el enfoque que has elegido, de ver a la corporación desde el punto de vista de la conciencia moral. Aunque el final me resulta algo descorazonador. Si, son unos monstruos psicópatas, pero son creaciones nuestras. ¿Las cambiamos a ellas o hay que derrumbar todo el sistema? Quiero decir, ¿cuál es la alternativa a este monstruo? En mi opinión, cambiando la conciencia de las personas, crearemos mejores cosas. Pero si, como he entendido al menos en tu artículo, esto es imposible en el mundo empresarial porque son un universo aparte y despiadado en el que no caben valores positivos, ¿qué podemos hacer? ¿Socialismo, un gobierno centralizado?
    Un saludo.

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  2. Mi propuesta pasaría por reformular nuestra concepción de lo que es y puede hacer una corporación. La idea sería empezar por estudiar en profundidad cómo hemos llegado a donde estamos, informar de ello a la ciudadanía y lograr gran cantidad de opiniones, esbozos de solución, alternativas... susceptibles de ser organizadas y lanzadas para que tengan una repercusión real y se logre algún cambio.
    * Por cierto, reconozco que mi abordaje inicial es bastante descorazonador, y tengo que decir que la respuesta que expreso ahora (quizá demasiado utópica, quizá inadecuada)es fruto en gran medida de mi lectura de las entradas de los demás compañeros. Todas me han sido muy útiles.
    Termino de responderte aclarando que, en mi opinión, la alternativa al monstruo no requiere necesariamente (al menos tal y como lo veo ahora) derrumbar todo el sistema. Quizá sea tanto o más difícil que eso el esforzarnos en reformular desde dentro la institución corporativa, pero conservo algo de esperanza en que tal cosa es posible, y merece la pena intentarla.
    Gracias por tu apreciación.

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  3. Hola Gabriel!!
    El punto de vista que ha elegido es interesante, lo que me llamo más la atención de tu artículo fue que las corporaciones son monstruos psicopatas que no tienen conciencia moral, y precisamente eso es contrario a "persona jurídica", dos polos opuestos, y ahora mi pregunta es ¿porqué dos cosas contrarias han podido subsistir como uña y carne en una sola entidad?

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  4. Me ha atraído mucho tu artículo y me ha dado en qué reflexionar: ¿Realmente son las corporaciones los psicópatas? Pienso que llevas razón en seguir la argumentación del documental, aunque quizás haya que seguir tirando del hilo.
    Nos encontramos entonces con una hermosa dicotomía, por un lado polémica corporación y por otra a la débil persona que no puede defenderse de los ultrajes de la primera.
    Vemos al comparar ambos puntos de vista que se contraponen: finitud del individuo frente a la imperecedera corporación; el fin de sobrevivir o ser feliz en contraposición del ánimo de lucrarse a toda costa; el gran poder político, policial y de medios de comunicación de la corporación comparado con el débil (aunque siendo muy trabajado pueda ser algo mayor) poder de organización del individuo…
    ¿Qué estamos comparando, un hombre y una máquina? No. Estamos trabajando en el campo de la antropología. Estamos realizando un estudio de las dos caras del ser humano. Por un lado el hombre moral, el cual teniendo o no un sistema un sistema ético (del tipo que sea) o no, clama diciendo: “Esto es injusto, esto no debería ser así”. Mientras en el polo opuesto encontramos a la persona que diría: “qué envidia, quisiera poder hacerlo yo”.
    Y cada tipo de persona que hemos diferenciado en el párrafo anterior ¿Dónde se encuentra? En ambas posiciones. La cuestión no va a ser zanjada con sangre y una revolución o al menos no en la corporación. La revolución ha de ser realizada en los centros educativos básicos, no quiero con ello que se me malinterprete. No me estoy refiriendo a una moral cristiana, tradicional, absoluta, católica, etc. Pueden haber valores que coincidan, por su puesto, pero algunos también coinciden con los antiguos griegos.
    Es evidente que hay un problema, eso es intachable, pero el problema de la corporación es únicamente la punta del iceberg. El verdadero problema es ¿qué lo sostiene?

    Sin más, me gustaría que vierais el siguiente video y os fijaseis en la actitud de la presentadora.
    https://www.youtube.com/watch?v=45Qmw56Zd1w

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  5. Yo no creo que sean psicópatas, sino que simplemente no tienen ningún tipo de moral. Cuando decimos que tienen un perfil psicológico propio de un psicópata ya estamos apoyando de alguna forma, que pueden ser sujetos de moral y por tanto personas, en su caso jurídicas. Por esto en mi opinión es mejor decir que son amorales porque de base la corporación como tal no puede tener moral, y somos nosotros los que tenemos que obligarlas a actuar poniéndoles el cebo del beneficio, de una forma que nos parezca moral. Quizá no se entienda bien lo que digo sin antes haber leído la entrada del blog que hice sobre la corporación.
    Un saludo.

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