Langdon Winner

miércoles, 12 de junio de 2013

La desorientación del shock

Uno de los puntos clave de los que se habla en el documental de la doctrina del shock de Naomi Klein es la desorientación. Todos los shocks o impactos psicológicos que recibimos conducen a nuestra desorientación. Encontrarse desorientado significa entrar en un estado de confusión y conmoción que afectan al individuo menguando su capacidad de razonamiento.

Esta desorientación desemboca con suma facilidad en miedo. El miedo nubla la mente y hace vulnerables a las personas llevándolas a hacer cosas que no harían en situaciones normales. Es exactamente este punto el que aprovechan los estados para actuar. Tras ser afectados por un shock, cuando la población de encuentra desorientada y comienza a extenderse el miedo, los estados intervienen para instaurar medidas que califican de inevitables y necesarias.

Estas medidas son, en la gran mayoría de los casos, medidas que los ciudadanos no aceptarían nunca en condiciones normales debido a que van en contra de la razón y el bien colectivo, pero en momentos de desorientación la población cede ante las medidas desesperadas propuestas por los gobernantes. Dichas medidas son de interés para los gobernantes en tanto que son beneficiosas para ellos en algún sentido, aunque normalmente los mueven intereses económicos.


Los shocks que desembocan en todo esto pueden ser muy diversos, desde catástrofes naturales hasta guerras y atentados, cualquier cosa que tenga una gran repercusión social y cause conmoción. Todo este tipo de impactos psicológicos son aprovechados para implantar todo tipo de medidas impopulares. Para evitar que esto pueda suceder, hay que reconocer estos impactos y evitar la desorientación, en la medida de lo posible, mediante el análisis de la razón y manteniendo una cierta distancia crítica para reconocer la situación en la que se encuentra e identificar esas medidas oportunistas para no dejarse manipular.

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