Langdon Winner

viernes, 15 de marzo de 2013

La corporación.


La corporación se ha convertido en un sistema de dominación más en nuestra sociedad, y frente a esta, la política ha quedado en un segundo plano.
La permisividad legal ha conducido a que las empresas desarrollen la personalidad de un psicópata, pues su principal interés, por no decir el único, es el beneficio económico a corto plazo de los directivos o accionistas.
Este interés financiero se prioriza antes que el bien público, y se sabe que algunas multinacionales han sobrepasado los límites morales con total impunidad.
No es justo que Nike tenga trabajadores en República dominicana en condiciones de explotación; tampoco que la epidemia de cáncer que hay ahora en el mundo sea producida por las sustancias químicas sintéticas que utiliza la industria; o que el medio ambiente esté tan dañado por la polución y los desechos tóxicos que generan petroquímicas como Shell. Y resulta monstruoso tratar a las vacas como unidades de producción (como ocurre en Monsanto, aunque no solo).
Considero necesario tener una actitud crítica ante el consumo. Las empresas, aliadas con buenos publicistas, están construyendo falsas necesidades, educan el querer (ya desde pequeños) y la personalidad, para que seamos de una determinada manera. Estamos perdiendo autenticidad a cambio de una filosofía de la banalidad. Tampoco creo que haya que adoptar una mirada apocalíptica, porque entonces seremos pasivos ante los abusos;  y el documental deja claro que podemos aspirar a cambiar las cosas, más que nada, porque nunca han permanecido iguales.
Los habitantes de Cochabamba se impusieron contra la privatización del agua y ganaron.
Lo cierto es que hay muchos frentes abiertos: las empresas dedicadas a la biotecnología, que están convirtiendo en patentes el material genético que descubren; o la acuciante privatización, que no ofrece tantas ventajas como el sector público (funcionar con pérdidas, mantener el empleo en épocas de recesión, etc).
Imaginar un mundo sin empresas es baladí, pues a pesar de los muchos efectos perniciosos que causan, también ofrecen bienes valiosos a la sociedad. En mi opinión, la lucha tiene que ir por el camino de reducir los daños de esas manzanas podridas, buscando el consenso entre la gente contra los abusos de poder concretos que nos parezcan inadmisibles, ya sea infringir los derechos humanos, hacer daño al medio-ambiente o a los animales.
Es una perversión ver como algo positivo, la sociedad empresarial, se está devorando a sí misma porque pierde las bases éticas, los valores en los que se sustentaba: ganar dinero dando un servicio a la población, sin ir en contra de ella.
La mejor forma de no perder la esperanza es la acción, la lucha, y el boicot a determinadas marcas. Y para que el pueblo se una contra los problemas, para que haya una mayor conciencia social, hay que saber que existen problemas. Por eso es importante que no se censuren lo medios de comunicación, que no estén manipulados por intereses políticos o económicos, y que las noticias lleguen a todos.


                                                                                                                                                                   Diana.




2 comentarios:

  1. Tu abordaje de la cuestión es, en mi opinión, muy apropiado. Coincido especialmente con las ideas que expresas en el último párrafo acerca de la no censura ni manipulación de los medios de comunicación.
    Sin embargo, a veces ciertas realidades muy crudas, que son consecuencia del modo de operar de las corporaciones (generalmente en países bastante lejanos y menos desarrollados económicamente), salen a la luz y todo el mundo llega a conocerlas. Me remito al propio caso que aparece en los reportajes de la corporación (no sé si en el segundo o en el tercero), en concreto a la escena en la que una chica que trabajaba en condiciones de explotación logra captar la atención de la prensa estadounidense y denuncia la situación de su pueblo. La dueña de la prestigiosa corporación explotadora se disculpa y promete mejoras y ahí queda la cosa, la gente se calma y todo vuelve a la normalidad. Pero la realidad es que las condiciones de explotación continuaron dándose.
    Lo que quiero decir con esto, en el fondo, es que los medios de comunicación "hacia abajo", hasta ahora y como mucho, han logrado denunciar algunos problemas (lo cual va en pro de la conciencia social a la que apelas), mas no pueden lograr por sí solos importantes victorias. Falta un seguimiento, falta comunicación en sentido inverso (los ciudadanos deberían tener más posibilidades de influir tanto en los medios de comunicación como en las decisiones corporativas, así como en cuestiones políticas), falta organización ciudadana. La opinión de las masas se dispersa y se diluye tras una noticia de denuncia de x cosa, a no ser que rápidamente podamos expresarla, contrastarla, unificarla y lanzarla "hacia arriba" para que tenga repercusión real. La tecnología permite hacer tal cosa, pero para que esto funcione creo que tenemos que poner nuestros esfuerzos en el desarrollo de redes aún más participativas, con más repercusión y más posibilidades de las que ofrecen las que ya tenemos (que no es poca cosa, por otro lado).
    En resumen, que sólo quería resaltar el importante papel de la tecnología como nexo entre realidad, medios de comunicación hacia abajo, y una sociedad muy amplia y variada, llena de propuestas y posibles soluciones al problema de las corporaciones, entre otros.

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    1. Estoy de acuerdo contigo, Gabriel. Yo también pienso que los ciudadanos deberían influir más en las cuestiones políticas así como en algunas decisiones corporativas (aunque esto último, lo veo más complicado...).
      Es trágico el caso que comentas, el de la niña que cobra un salario de explotación, la gente lo sabe, pero el problema sigue ahí. Recibimos tanta información, tantas noticias en un telediario, que provocan una especie de embotamiento y alienación.
      Comparto esa aspiración de hacer las democracias más participativas.
      Un saludo!

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