En
una sociedad tecnológica globalizada ha triunfado la eficacia funcional, la
pragmaticidad operativa, y especialmente las tecnologías de la información y de
la comunicación.
La pregunta tradicional por el ser de la cosa ha sido subordinada por la de la
utilidad, por el << ¿para qué
sirve?>>.
A los políticos no se les puede presentar las ideas de la ética de la
Modernidad, porque vivimos en una sociedad con una mentalidad diferente.
Los derechos humanos no son intrínsecos a nuestra naturaleza, son algo que
hemos ganado porque hemos peleado por ellos. Y todavía no se respetan en todo
el mundo.
Los conceptos, las definiciones no están dadas, van cambiando con el paso del
tiempo, porque son el resultado de luchas vitales. Lo abstracto se juega en lo
concreto.
La idea de ciudadano históricamente no ha permanecido inmutable. Olympe de
Gouges fue ejecutada por los jacobinos por denunciar que “La Declaración de los
Derechos del Hombre y del Ciudadano” discriminaba a la mujer, no las incluía
como ciudadanas.
Hemos roto con el paradigma naturalista, y atrás hemos dejado esa ética “de
héroes”, de hacer el bien por el deber. Para el eudemonismo la aspiración
fundamental del ser humano es ser feliz, pero en ese deseo hay que introducir
patrones morales como la solidaridad, la justicia social y la igualdad de
derechos, para que no nos pisemos unos a otros. Y como estamos tan
influenciados por el modelo de la utilidad, Ramón Queraltó propone una
estrategia bastante buena para reintroducir una ética que no nos suene a música
celestial, y es la idea de que hay que ser solidario hasta por egoísmo.
Sabemos que una sociedad tiene problemas porque hay alguien que se queja, a
saber, los que sufren, los subyugados por los diversos sistemas de dominación
(político, económico-capitalista, patriarcal, etc.).
La táctica consiste en presentar las reivindicaciones de los dominados como una
ventaja para los dominadores, y para la sociedad en general. Usar como modo de
deslegitimación los propios efectos adversos que genera el sistema.
Por ejemplo, buscar una solución al drama de los desahucios, no por el
sufrimiento de las personas que se quedan en la calle, sino porque habrá menos
indigencia, no se llenarán los comedores sociales, y la imagen de los bancos no
quedará por los suelos.
Queraltó habla del tema de la inmigración. Muchas veces vemos en el telediario
que grupos de personas tratan de saltar las vallas de Melilla, y algunos se
introducen aquí como inmigrantes ilegales, y a los que no lo consiguen el
gobierno los devuelve a su país de origen. Pues si no queremos esto, habrá que
ayudar a que ese país cambie lo que sea, de tal forma que sus ciudadanos no
quieran huir de él.
El caballo de Troya al revés introduce lo ético de la única manera que tiene
opción de triunfar, no enfrentándolo con el sistema tecnológico, y sí
apoyándose en el criterio de eficacia operativa. Seamos buenos con los demás,
porque es lo que nos conviene.
Diana.
Pero al hilo de los comentarios en la clase de hoy, sobre la falta de respeto que tenemos hacia los animales y el medio ambiente, he pensado que gran parte de la culpa de ello la tiene, precisamente, pensar según el paradigma de la utilidad. Entonces, la reflexión de Queraltó parece un pez que se muerde la cola. Porque creer, como en el Génesis, que los hombres son nuestros iguales, y que todo lo demás está en inferioridad respecto a nosotros, nos sitúa en una posición que justifica la falta de compromisos morales con la naturaleza, y con los que no se pueden defender.
ResponderEliminarEs servirse de la utilidad para resolver los problemas que causa (deforestación, animales como unidades de producción, etc.). Luego, parece que también será necesario mirar las cosas desde otro punto de vista, que no refleje sólo los intereses de quienes tienen voz. En algunos temas habrá que tener una pizca de altruismo, y no ser tan egoísta pensando sólo en lo que nos conviene. Hay que tratar bien a los animales y a la flora (y por supuesto, también a otros seres humanos) aunque no nos suponga un beneficio.
Valoramos más las relaciones con las personas, la amistad, el amor, cuando ocurren desinteresadamente. Aunque después resulte que –además, o secundariamente- nos interese tenerlas. Y eso es algo que experimentamos en la vida cotidiana, así que, por qué no intentar extrapolar esa experiencia a nuestra relación con el mundo, sin considerarlo un medio para nuestros fines. Esta, me parece, la difícil tarea de llevar poco a poco los ideales a la práctica.
Me encanta tu entrada! Pero añadiría yo que una ética que parezca beneficiosa para las empresas y sus lacayos puede darnos otro problema y es no saber distinguir entre los beneficios para esta y el provecho que sacan de esta situación. Es decir, una ética basada en la solidaridad "por amor al arte" me parece la mejor solución pero no la que da más beneficio. Por tanto el tema de la utilidad aquí pierde todo su significado; hasta que las empresas no dejen de mirarse el ombligo nada cambiará, por lo menos así lo veo yo. Un saludo!!
ResponderEliminarGracias Matias! Entiendo lo que dices, para la actitud empresarial es problematico compatibilizar solidaridad y egoismo. Pero, para que dejen de mirarse el ombligo, por algún lado habrá que empezar. Es cierto que una corporación (privada)nunca va a dejar de pensar en los beneficios, pero no pueden hacerlo a costa de perjudicar a la sociedad. (¡No deberían!).
Eliminar¿Entonces crees que para una empresa no es util ser solidario?. A mi hasta cierto punto, Queraltó si me ha convencido, porque las empresas que hacen labor social en paises que lo necesitan, ganan para nosotros, los consumidores, mejor imágen, y ellas se hacen un lavado de cara destinando beneficios a humanitarismo. (Y me da igual que una empresa vaya a repartir comida al Sahel por ganar una imágen de marca respetable, si es que realmente lo hacen).Un saludo! :)
Buena entrada Diana :) Sin embargo no puedo compartir la inocencia de este autor ni defender su estrategia ética como la única posibilidad de triunfar. Para mi es un pensamiento que se ha postrado a la ideología dominante. La única salida que veo es una democratización del poder que siente las bases de unos valores mínimos éticos que perduren en todas las sociedades. A diferencia de Queraltó, es inconcebible que un choque entre la ética y la racionalidad tecnológica tenga que perder la primera cuando vemos casos en el mundo como Islandia, Venezuela, Ecuador que se pronuncian al poder dominante e imponen sus propias reglas en el juego.
ResponderEliminar¡Un saludo!