Langdon Winner

miércoles, 20 de marzo de 2013

¿ES APROPIADA LA SOCIEDAD TECNOLÓGICA?


El profesor Ramón Queraltó da cuenta en su trabajo “El “caballo de Troya al revés”: diseño de una estrategia ética en la sociedad tecnológica” de un fenómeno histórico que nos incumbe de forma muy directa a todos, que se está dando ahora mismo: la transición desde una sociedad científica a una sociedad tecnológica. Centraré mi reflexión en la primera sección del texto. Allí se describe la nueva sociedad a través de tres características fundamentales, las cuales no podemos dejar de considerar.

1. La racionalidad tecnológica es la primera de ellas. La tecnología se considera ya un nuevo sector de la estructura social, un instrumento a través del cual parece que lo podemos solucionar todo. Esto implica una decisión fundamental, y orienta, como Queraltó advierte, una forma de conocimiento determinada y un criterio de validez concreto. Hemos de preguntarnos si realmente esta opción es la correcta o la conveniente. No sugiero que sea definitivamente mejor una sociedad con criterios epistémicos de corte, por ejemplo, más humanístico, pero quizá optar por una amalgama de valores sea una opción más abierta.
2. La autoexpansión indefinida es otra de las características paradigmáticas de esta sociedad. Es decir, tiende siempre  a ampliar sus horizontes. Hoy la preocupación por el crecimiento en todos los aspectos es fundamental. El no crecimiento (económico especialmente, pero también en otros ámbitos de la sociedad) se considera una lacra que hay que corregir. Parece que en la sociedad tecnológica no existe un momento de pausa, parece un tren teledirigido y unidireccional. Y quien no mira por dónde va acaba tropezando. La filosofía es la disciplina que mejor puede aportar una mirada crítica, y no cabe en la sociedad tecnológica.
3. La voluntad de poder, de manipulación y transformación de lo real, es una característica propia de estas sociedades, también. Considero que la filosofía, piedra angular del enfoque propuesto, de nada sirve si no está encaminada a transformar la realidad que le sirve como fuente. Pero quizá una sociedad tecnológica poco reflexiva (2) y cerrada (1) a modificaciones para un repensar ulterior, no esté en condiciones de operar en lo real de la forma más satisfactoria para todos, si es que esto es lo que buscamos (algo así como el bien común, la mayor felicidad, la justicia, o algún otro fin más allá del puro esquema circular Crecimiento à Obstáculo à Solución técnica à Crecimiento à Obstáculo à …).

La ética propuesta más tarde es una adaptación sensata e inteligente a este sistema, pero supone haber aceptado la sociedad descrita, y por eso sólo calza si se introduce "al revés". A mí me parece que ésta sociedad podría ser gobernada por un programa de ordenador, no necesita de una inteligencia. Por un lado, si somos capaces de evitar la violencia, fomentar el respeto, convivir, etc., tanto mejor. Pero, por otro lado, pienso que una auténtica mirada crítica nos haría formularnos cuestiones como la fecha de caducidad de este crecimiento por el crecimiento. ¿Cuál es el límite de esa autoexpansión, si bien indefinida, quizá no ilimitada?  En mi opinión, la ética propuesta, si es en cierto sentido íntegra filosóficamente, nos conducirá en un segundo o tercer repensar de sus propias estrategias y principios a la completa reformulación de este modelo social.

1 comentario:

  1. Quisiera aclarar los sibrayados:
    1. El primero supone que partimos de que una sociedad tiende a ser mejor cuando es mas abierta, en el sentido de más susceptible a incorporaciones variadas, a devenir en una amalgama de ideas base y no en una sóla.
    2. No cabe al menos una filosofía íntegra, es decir, una filosofía que cuestione los pilares que la sustentan, pues parece que han de ser aceptados y tenidos por obvios.
    3. La completa reformulación que postulo sólo se podrá dar cuando tal filosofía produzca alternativas factibles a los fundamentos, habiendo demostrado antes que éstos no son obvios y que quizá quepan otros. Por ejemplo, quizá en cierto punto de la espiral de crecimiento y autoexpansión lleguemos a contradicción (si seguimos creciendo, acabaremos con el planeta y moriremos, por ejemplo). Aquí, crecer implica decrecer y perecer. Ese sería el momento último de marcha atrás. En ese punto rechazaríamos el paradigma del crecimiento (sí, quizá mediante este esquema del "al revés" que propone Queraltó)y nos veríamos obligados o a autoexpandirnos en un sentido muy distinto, o a sacrificar la autoexpansión por necesidad, es decir, quedaríamos abocados finalmente a una reformulación completa del sistema de sociedad tecnológica. Éste es, como todo, con fecha de caducidad.

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