Langdon Winner

jueves, 21 de marzo de 2013

¿Es posible una ética en una sociedad tecnológica?


El ser humano es el único, en todas las especie de seres vivos de la tierra, susceptible a elegir entre lo bueno y lo malo. Ni bien el hombre sale del útero ya tiene que elegir entre sí llorar o no llorar para ser amamantado. De manera, que ese ser va adquiriendo conciencia de lo que está bien y de lo que está mal, pero esto no quiere decir, que ese ser vaya a elegir una conducta buena, aun sabiendo la diferencia que hay entre lo bueno y lo malo.
Aunque los padres le eduquen bien, el hijo puede o no elegir llevar una conducta moral buena ante la vida. También puede ocurrir el caso en que los padres no le hayan educado bien, pero que el hijo tenga una conciencia moral buena. Todo este dilema ético, ya se lo han planteado nuestros antepasados que hasta día de hoy sigue siendo un problema en las relaciones humanas.

 Hay diferentes soluciones éticas que se han dado a lo largo de la historia humana. Una primera solución ética que se dio fue la ética de las virtudes que duró toda la Edad Media, cuyo máximo representante fue Aristóteles. Está ética consistía en educar, se centraba en introducir la razón en las costumbres de manera duradera, elaborando una serie de hábitos adecuados. Sin embargo, con el paso de la Edad Moderna, fue preciso otra ética que regule esa nueva sociedad moderna. Aquí solo destacaré la ética del deber en Kant, en la cual consistía en  "obra de tal manera en que tu forma de actuar se convierta en una máxima universal", en un obrar por deber, en el cual el sujeto deberá actuar conforme al deber, ya que de esta manera no se le ocurrirá faltar a la ley moral. Pero esta ética como bien dice Ramón Queralto, se quedo en una ética para héroes ya que el deber queda a un lado en la vida cotidiana, no se llega a poner en práctica, quedando como imposible, con lo cual otro intento fallido como solución ética.
 
Entonces, ¿qué es lo que fallo para que estás éticas del deber se muestren ineficaces?, sin lugar a duda, fue su alto contenido teórico, tanto fue que en la acción era difícil ponerlas en práctica. Esta el gran cuestión que nos concierne a nosotros, hijos de la tierra; de buscar una ética que pueda ser aplicada en nuestra época, época de cambios tecnológicos constantemente. Una ética pues hijos de la tierra, que sea acorde con una sociedad globalmente tecnológica.
Una ética que llegue al hombre de a pie, que somos la mayoría. Una ética que sea compatible con esa sociedad tecnológica. Una solución ética para esta sociedad tecnológica en la que vivimos la encontramos en Ramón Queralto. Este propone una inversión, es decir, que en vez que la pragmaticidad este subordinada a la teoría, que la teoría esta subordinada a la pragmaticidad, de ahí el título de su artículo del que estamos tratando el “caballo de Troya al revés”
De esta manera, Queralto aboga por una ética pragmática, cuyo criterio, la eficacia operativa será instrumento de metodología ética. Así, la ética será vista como algo que contribuye a la eficacia de una sociedad tecnológica.
Por lo que la máxima pragmática de lo ético, según el autor, sería la de “obra éticamente porque así serás más feliz y más eficaz en la consecución de tus fines existenciales” Está ética de la pragmaticidad según Queralto, tendría como principal vector ético, la solidaridad social, una solidaridad globalizada que es eficaz en su conjunto. De e el vector solidaridad se derivan dos según el autor: justicia social e igualdad de derechos, la primera hace efectiva una distribución justa de los bienes sociales, y precisamente justa, hace que reclame el otro vector, igualdad de derechos, por lo que las tres se necesitan para adquirir eficacia operativa en esa sociedad tecnológica.

Por consiguiente, la solución que da Queralto se queda de igual manera lejos de poner en práctica esa ética pragmática, ¿por qué? Pues precisamente, en un mundo que tiene como infraestructura fuerte el capitalismo, no se puede aplicar su ética, ya que para introducir la solidaridad social hay que abolir la ley de oferta y demanda, típico del capitalismo. Hay que cambiar las forma de vivir la vida, de dejar ver la vida como una vida ligada al mercado, de yo te compro esto y tú me vendes lo otro. Por eso mismo han fracasado todas las éticas. Claro que es conciliable lo ético y lo tecnológico pero no cuando ambos están subordinados a las leyes del mercado. Entonces, la cuestión es cómo dejar de ver la vida como un mercado, eso sí que sería la gran cuestión, ese sería el punto de partida a proseguir, así que hijos de la tierra habremos de encaminarnos a ello.

 
Andrea Triviño

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