El ser humano es el único, en todas las especie de seres
vivos de la tierra, susceptible a elegir entre lo bueno y lo malo. Ni bien el
hombre sale del útero ya tiene que elegir entre sí llorar o no llorar para ser
amamantado. De manera, que ese ser va adquiriendo conciencia de lo que está
bien y de lo que está mal, pero esto no quiere decir, que ese ser vaya a elegir
una conducta buena, aun sabiendo la diferencia que hay entre lo bueno y lo malo.
Aunque los padres le eduquen bien, el hijo puede o no
elegir llevar una conducta moral buena ante la vida. También puede ocurrir el
caso en que los padres no le hayan educado bien, pero que el hijo tenga una
conciencia moral buena. Todo este dilema ético, ya se lo han planteado nuestros
antepasados que hasta día de hoy sigue siendo un problema en las relaciones
humanas.
Hay diferentes
soluciones éticas que se han dado a lo largo de la historia humana. Una primera
solución ética que se dio fue la ética de las virtudes que duró toda la Edad
Media, cuyo máximo representante fue Aristóteles. Está ética consistía en educar, se centraba en
introducir la razón en las costumbres
de manera duradera, elaborando una serie de hábitos adecuados. Sin embargo, con
el paso de la Edad Moderna, fue preciso otra ética que regule esa nueva
sociedad moderna. Aquí solo destacaré la ética del deber en Kant, en la cual
consistía en "obra de tal manera en que tu forma de actuar se convierta en una máxima
universal", en un obrar por deber, en el cual el sujeto deberá actuar conforme
al deber, ya que de esta manera no se le ocurrirá faltar a la ley moral. Pero
esta ética como bien dice Ramón Queralto, se quedo en una ética para héroes ya
que el deber queda a un lado en la vida cotidiana, no se llega a poner en práctica,
quedando como imposible, con lo cual otro intento fallido como solución ética.
Entonces, ¿qué es lo que fallo
para que estás éticas del deber se muestren ineficaces?, sin lugar a duda, fue
su alto contenido teórico, tanto fue que en la acción era difícil ponerlas en
práctica. Esta el gran cuestión que nos concierne a nosotros, hijos de la
tierra; de buscar una ética que pueda ser aplicada en nuestra época, época de
cambios tecnológicos constantemente. Una ética pues hijos de la tierra, que sea
acorde con una sociedad globalmente tecnológica.
Una ética que llegue al hombre
de a pie, que somos la mayoría. Una ética que sea compatible con esa sociedad
tecnológica. Una solución ética para esta sociedad tecnológica en la que
vivimos la encontramos en Ramón Queralto. Este propone una inversión, es decir,
que en vez que la pragmaticidad este subordinada a la teoría, que la teoría esta
subordinada a la pragmaticidad, de ahí el título de su artículo del que estamos
tratando el “caballo de Troya al revés” De esta manera, Queralto aboga por una ética pragmática, cuyo criterio, la eficacia operativa será instrumento de metodología ética. Así, la ética será vista como algo que contribuye a la eficacia de una sociedad tecnológica.
Por lo que la máxima pragmática de lo ético, según el autor, sería la de “obra éticamente porque así serás más feliz y más eficaz en la consecución de tus fines existenciales” Está ética de la pragmaticidad según Queralto, tendría como principal vector ético, la solidaridad social, una solidaridad globalizada que es eficaz en su conjunto. De e el vector solidaridad se derivan dos según el autor: justicia social e igualdad de derechos, la primera hace efectiva una distribución justa de los bienes sociales, y precisamente justa, hace que reclame el otro vector, igualdad de derechos, por lo que las tres se necesitan para adquirir eficacia operativa en esa sociedad tecnológica.
Por consiguiente, la solución que da Queralto se queda de
igual manera lejos de poner en práctica esa ética pragmática, ¿por qué? Pues
precisamente, en un mundo que tiene como infraestructura fuerte el capitalismo,
no se puede aplicar su ética, ya que para introducir la solidaridad social hay
que abolir la ley de oferta y demanda, típico del capitalismo. Hay que cambiar
las forma de vivir la vida, de dejar ver la vida como una vida ligada al
mercado, de yo te compro esto y tú me vendes lo otro. Por eso mismo han
fracasado todas las éticas. Claro que es conciliable lo ético y lo tecnológico
pero no cuando ambos están subordinados a las leyes del mercado. Entonces, la
cuestión es cómo dejar de ver la vida como un mercado, eso sí que sería la gran
cuestión, ese sería el punto de partida a proseguir, así que hijos de la tierra
habremos de encaminarnos a ello.
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