Langdon Winner

jueves, 13 de junio de 2013

¿Este es el fin?


Emprendedor

Después de ver Inside Job y de leer el libro de Werner Rügemer Las agencias de calificación. Una introducción al actual poder del capital y la entrevista a Hervé Falciani que ha publicado eldiario.es no se puede negar que el panorama es muy desolador. Parece que la élite económica, la industria financiera, la que posee la mayoría del capital se ha desvinculado de cualquier ideología, lo único importante es ganar dinero. Bancos de inversión, fondos de alto riesgo, bancos centrales, aseguradoras, agencias de calificación, multinacionales, HSBC, Deutsche Bank, United Bank of Switzerland, Crédit Suisse, BNP Paribas, Clearstream, Moody´s, Standard & Poor’s, McGraw Hill, Banco de Pagos Internacionales, Capital World, BlackRock, Allianz, Oppenheimer Fund, Goldman Sachs, Citigroup, Lockheed Martin, Boeing, CocaCola, Apple y un larguísimo etcétera. Grandísimos conglomerados de capital que son propietarios de los propietarios de sus propietarios en una cadena circular,  una red cada vez más densa e inescrutable gracias a las vertiginosas transacciones con dinero “ficticio”, hay transacciones cada milisegundo para que todo acabe más o menos igual al final del día.

Y si viésemos las personas que están detrás obviamente serían muy pocas y con una gran capacidad para multiemplearse y ser capaces de ser miembros de consejos de administración de varias empresas financieras. Y obviamente la puerta giratoria no para, pues esos mismos multimillonarios que ayer tenían voz en la junta de un banco central, hoy la tiene en un fondo de altor riesgo y mañana será asesor o ministro de economía. Pues desde que los Estados son meras empresas más pero sobreendeudados indefinidamente están en manos del capital; pero nos equivocaríamos si vemos el papel gubernamental como un mero sometimiento. El papel que juega el Estado es vital pues crea el marco legal para que la industria financiera haga su juego, basta con ver las políticas de la Unión Europea. Y como el capital se mueve por todo el mundo a las entidades financieras no les cuesta crear filiales para hacer funciones específicas en el país que tenga un agujero legal en ese terreno.

Y a pesar de todo creo que la industria financiera ha dejado atrás cualquier idea política, no creo que toda esa estructura densa de copropiedades sea el reflejo de ninguna filosofía política; en los milisengundos que duran las transacciones poco se puede pensar sobre las consecuencias que tendrán. El debate liberalismo versus comunismo parece estar muy alejado de la realidad, tras décadas de medidas neoliberales no veo cómo alguien podría defenderlas teóricamente en términos filosófico-políticos. Libertad, igualdad, soberanía o democracia se son conceptos que se han banalizado en el discurso político a la par que se han creado y fortalecido otros como emprendedor, relativista o individualista para eclipsar la crítica que los neoliberales tendrían difícil rebatir viendo las consecuencias de sus políticas.

Dicho esto a mí no se me ocurre cómo podría cambiar el poder económico para que pase a las manos de la mayoría. Mientras sus riquezas se regeneran e incrementan segundo a segundo, un ciudadano de a pie tarda años en ver procesado a un corruptillo como Mario Conde. Pero sería sólo una cabeza cortada, para que caiga el sistema industrial financiero haría falta algo que se me queda lejos imaginar; las vías legales son extremadamente lentas e ineficaces por ello pues la lógica neoliberal se apodera de las personas también y habría que emprender otro cambio si cabe más difícil. La vía armada sería una derrota apabullante, la tecnología está de parte del dinero, obviamente. Pero mientras tanto ya estamos perdiendo la guerra financiera perpetrada contra los derechos sociales que garantizaban los Estados, una guerra, que como dice Michael Hudson, tiene los mismos objetivos que las antiguas conquistas militares: la apropiación de tierras y recursos naturales, la incautación de infraestructuras estatales y el cobro de tributos. Quizás sea este el final de la historia, pero no como lo planteaba Fukuyama dando vencedor a la democracia liberal, pues poco hay de democracia y de liberal hoy en día, sino por el inmenso poder económico a derrotar que hace imposible imaginar cómo vencerle. Algo se nos ha de ocurrir.

Pedro Pinilla Plaza

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