Emprendedor |
Después de ver Inside Job y de
leer el libro de Werner Rügemer Las
agencias de calificación. Una introducción al actual poder del capital y la
entrevista a Hervé Falciani que ha publicado eldiario.es no se puede negar que
el panorama es muy desolador. Parece que la élite económica, la industria
financiera, la que posee la mayoría del capital se ha desvinculado de cualquier
ideología, lo único importante es ganar dinero. Bancos de inversión, fondos de
alto riesgo, bancos centrales, aseguradoras, agencias de calificación,
multinacionales, HSBC, Deutsche Bank, United Bank of Switzerland, Crédit
Suisse, BNP Paribas, Clearstream, Moody´s, Standard & Poor’s, McGraw Hill,
Banco de Pagos Internacionales, Capital World, BlackRock, Allianz, Oppenheimer
Fund, Goldman Sachs, Citigroup, Lockheed Martin, Boeing, CocaCola, Apple y un
larguísimo etcétera. Grandísimos conglomerados de capital que son propietarios
de los propietarios de sus propietarios en una cadena circular, una red cada vez más densa e inescrutable
gracias a las vertiginosas transacciones con dinero “ficticio”, hay transacciones
cada milisegundo para que todo acabe más o menos igual al final del día.
Y si viésemos las personas que
están detrás obviamente serían muy pocas y con una gran capacidad para
multiemplearse y ser capaces de ser miembros de consejos de administración de
varias empresas financieras. Y obviamente la puerta giratoria no para, pues
esos mismos multimillonarios que ayer tenían voz en la junta de un banco
central, hoy la tiene en un fondo de altor riesgo y mañana será asesor o
ministro de economía. Pues desde que los Estados son meras empresas más pero
sobreendeudados indefinidamente están en manos del capital; pero nos
equivocaríamos si vemos el papel gubernamental como un mero sometimiento. El
papel que juega el Estado es vital pues crea el marco legal para que la
industria financiera haga su juego, basta con ver las políticas de la Unión Europea. Y como el capital se mueve por todo el mundo a las entidades financieras no les cuesta crear filiales para hacer funciones específicas en el país que tenga un agujero legal en ese terreno.
Y a pesar de todo creo que la
industria financiera ha dejado atrás cualquier idea política, no creo que toda
esa estructura densa de copropiedades sea el reflejo de ninguna filosofía
política; en los milisengundos que duran las transacciones poco se puede pensar
sobre las consecuencias que tendrán. El debate liberalismo versus comunismo
parece estar muy alejado de la realidad, tras décadas de medidas neoliberales no
veo cómo alguien podría defenderlas teóricamente en términos filosófico-políticos.
Libertad, igualdad, soberanía o democracia se son conceptos que se han
banalizado en el discurso político a la par que se han creado y fortalecido otros como
emprendedor, relativista o individualista para eclipsar la crítica que los neoliberales tendrían difícil
rebatir viendo las consecuencias de sus políticas.
Dicho esto a mí no se me ocurre
cómo podría cambiar el poder económico para que pase a las manos de la mayoría.
Mientras sus riquezas se regeneran e incrementan segundo a segundo, un
ciudadano de a pie tarda años en ver procesado a un corruptillo como Mario
Conde. Pero sería sólo una cabeza cortada, para que caiga el sistema industrial
financiero haría falta algo que se me queda lejos imaginar; las vías legales
son extremadamente lentas e ineficaces por ello pues la lógica neoliberal se
apodera de las personas también y habría que emprender otro cambio si cabe más
difícil. La vía armada sería una derrota apabullante, la tecnología está de
parte del dinero, obviamente. Pero mientras tanto ya estamos perdiendo la
guerra financiera perpetrada contra los derechos sociales que garantizaban los
Estados, una guerra, que como dice Michael Hudson, tiene los mismos objetivos
que las antiguas conquistas militares: la apropiación de tierras y recursos
naturales, la incautación de infraestructuras estatales y el cobro de tributos. Quizás sea este el final de la historia, pero no como lo planteaba Fukuyama dando vencedor a la democracia liberal, pues poco hay de democracia y de liberal hoy en día, sino por el inmenso poder económico a derrotar que hace imposible imaginar cómo vencerle. Algo se nos ha de ocurrir.
Pedro Pinilla Plaza
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