En
“Biopolítica, liberalismo y neoliberalismo: acción política y gestión de la
vida en el último Foucault”, el profesor Pablo López Álvarez de la Universidad
Complutense explica algunas de las nociones centrales de la filosofía política
de este autor. Fijaré mi atención en las de biopolítica y neoliberalismo.
Para
comprenderlas hay que señalar antes qué tipo de cambio supuso el tránsito de la
llamada “razón de Estado” al “liberalismo”. Se pasó de un método en el que el
gobierno ejercía un condicionamiento exhaustivo en casi todos los ámbitos (un
método disciplinario), a otro en que el gobierno se concibe más bien como un
residuo jurídico necesario y suficiente.
Posteriormente
el neoliberalismo, sistema caracterizado por la llamada “razón de mercado”,
sugiere desde la tercera década del s.XX y especialmente tras la Segunda Guerra
Mundial una inversión del problema económico. La cuestión ahora es ¿cómo surge
el Estado en este ámbito gobernado por las leyes naturales que guían al
mercado? Así, nos embarcamos en un proyecto de teología negativa del Estado
como un mal absoluto, en términos de Foucault.
El Estado sólo se encargará ya de evitar los monopolios; si acaso,
estará en sus manos poner en marcha acciones reguladoras y ordenadoras, pero
que no interfieran directamente en el campo económico. Y por último,
desarrollará una política social orientada no tanto al bienestar o al consumo
generalizado, sino exclusivamente al crecimiento económico.
El
dispositivo neoliberal de gobierno tiene forma de empresa y comprende que cada
individuo tiene un capital en sí mismo (su fuerza de trabajo) que ha de
invertir para subsistir. Es la teoría del capital humano propuesta por T.
Schultz y G. Becker durante los años 50 y 60 del siglo pasado, según la cual el
salario, ligado a la productividad y no ya a la función del trabajador, es la
renta por el alquiler de un capital (así, todos somos empresarios de nosotros
mismos, y cada uno tiene que procurarse su propio bienestar). Proponen la
sustitución del trabajo estable por la empleabilidad, la concepción del
trabajador como un cliente interno, y por supuesto exalta los valores del
individualismo y la competencia. Además el “dejar morir” es algo propio de este
sistema gubernamental, aunque nunca lo confiesa abiertamente ni es algo
integrado de forma explícita en su aparato teórico.
Por
otro lado, Michel Foucalt define biopolítica como el estilo de gobierno que
regula la población mediante el biopoder (la aplicación e impacto del poder
político en todos los aspectos de la vida). Pablo López observa el giro
foucaultiano desde la noción de biopolítica al análisis de la gubernamentalidad
neoliberal, y en base a ello propone una serie de “indicadores tácticos” para
la noción de biopolítica, que me han parecido muy oportunos:
a)
Restituir la
noción de biopolítica para una concepción del trabajo propia del neolibealismo.
b)
Pensar la
biopolítica como histórica y políticamente determinada.
c) Intentar superar el “modelo de empresa” buscando nuevas formas de
actuación política.
Creo que el modo en que el profesor Pablo López aborda la cuestión de la biopolítica para el modelo de capitalismo avanzado vigente nos puede ser muy útil, por eso he escogido este texto sobre Foucault. Con su lectura he comprendido mejor cómo hemos llegado a la sociedad tecnológica de Queraltó, y cómo la corporación tiene el poder que tiene. La clave es la introducción de los valores que van de la mano del sistema gubernamental liberal, competencia e individualismo.
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