Langdon Winner

sábado, 6 de abril de 2013


<<Saber es poder>>. El poder en Foucault.

                                                                
Platón imaginaba una república gobernada por los sabios, por el rey filósofo. Aquellos que más han estudiado, y que tienen la mejor formación son los que deben tener la autoridad. Y reforzaba su propuesta con una teoría antropológica sobre la naturaleza del alma humana. Vaya, qué casualidad que quien tuviera el alma de oro fuese la clase dirigente. Porque los dirigentes, quienes marcan los fines de la sociedad, necesitan servirse de instrumentos de autolegitimación para llevar a cabo sus actuaciones políticas, o simplemente para mantener el orden o jerarquía que ellos quieren.
Esos instrumentos, a lo largo de la historia, han sido representados por la medicina, la ciencia, la religión, el derecho, etc. Y ahora, en la época científico técnica que vivimos, tienen un poder de manipulación muy significativo los medios de comunicación.
El poder tiene los medios de comunicación, y con ellos impone su verdad. Me gustaría señalar que la comunicación de los medios es especial porque es unidireccional, no se les puede contestar, no hay dialogo ni se les puede replicar. Nos convierten en receptores pasivos, conciencias que hay que moldear introduciendo creencias, ideas, imágenes, falsas necesidades…
Como dice Nietzsche: “no hay hechos, hay interpretaciones”, y el poder impone la suya, impone su verdad.

A mediados del siglo XX, el filósofo francés Michael Foucault, investiga y localiza los medios desde los cuales se ejerce efectivamente el poder, da con los tentáculos de la medusa que precisamente la hacen tan peligrosa. La idea es que el poder no está localizado en las manos del gobierno, sino que se apoya en un numero de instituciones para que las decisiones se apliquen, se obedezcan y se castigue a quien las desobedezca.
Foucault señala que la universidad, los psiquiatras, y la justicia, -aparentemente neutrales- son herramientas del poder de clase, y es una tarea importante criticarlas para desenmascarar esa falsa neutralidad.
La desobediencia civil nuestra sociedad la castiga con la marginalidad, mandándote a las zonas grises del sistema, ocultas al resto de ciudadanos para que se olviden y “no den problemas”. Pero no todas las personas que han ido a la cárcel son asesinos psicópatas, algunos sólo ejercían una libertad de expresión que en su régimen no permitían, o eran presos de conciencia.
Uno de los problemas de nuestra sociedad que me hace reflexionar, es el peligro de la especialización en el ámbito profesional y de la educación, ya que nadie puede discutir contra quien tiene el monopolio del saber. Si sólo hay una compañía en el mundo de teléfonos móviles, ésta podrá poner el precio que le dé la gana a sus productos. De igual forma, si es sólo la figura del psiquiatra el que tiene potestad para determinar quien está loco o no, se le concede una vara de poder autocrática con la que puede cometer abusos. Lo mismo ocurre con el juez, que puede dictar una sentencia claramente injusta y es dificilísimo pararlo.
Los individuos cuyo comportamiento sale de la norma exigida se amontonan en las cárceles y en los psiquiátricos. La sociedad, racional, disciplinaria, que domina a los hombres, aparta de sí aquello que es diferente, y es que “la locura es el mayor cuestionamiento de la razón”.

En el debate que se hizo en 1971, Noam Chomsky versus Foucault,  el primero quiere dibujar el horizonte hacia el que queremos ir, él apuesta por el anarcosindicalismo: un sistema federado, descentralizado, de asociaciones libres, que incluya instituciones sociales y económicas, y que permita que la naturaleza humana (entendida como creatividad, libertad, dignidad) se realice. Foucault, es tremendamente crítico con la posibilidad de definir la naturaleza humana, porque ve que puede ser otro instrumento de opresión de clase, ya que la definición la damos desde dentro de nuestra cultura, (varón blanco, europeo, con una determinada educación, etc).
En mi opinión, las dos posturas son necesarias. En primer lugar, la labor de crítica de nuestra propia sociedad en la que incide Foucault, para hacerla más transparente, saber cómo funciona  aquello que ya utilizamos, porque todos tenemos en mente la idea intuitiva de que “saber es poder”, lo que quiere decir, que cuando tenemos conocimientos somos menos manipulables y las personas tienen una actitud más responsable y autónoma. En segundo lugar, de acuerdo con Chomsky, veo necesario saber a qué aspiramos, hacia qué dirección nos encaminamos, cuál es la alternativa que proponemos para que la crítica sea algo constructivo y nos pongamos “manos a la obra”.
Sartre dice: “cada hombre es lo que hace con lo que hicieron de él”.  Esto yo lo entiendo como que es cierto que uno puede decidir qué hacer con su vida, pero <<no me de la libertad para volar, deme alas>>.  La libertad de elección está claramente condicionada por las capacidades, por las oportunidades que tenemos en la vida. Y por eso es tan importante tener una sociedad que garantice los derechos sociales, que todos tengamos acceso a las mismas cosas, y que cada uno tenga posibilidades reales de hacer con su vida lo que quiera.


                                                                                                                                          Diana López de Castro.

1 comentario:

  1. Solo decirte que me han encantado tu artículo, y sobre todo el último párrafo, de ahí se podría sacar otro artículo que hable solo de ello!! Buen punto de vista

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