El célebre
filósofo y lingüista Noam Chomsky es también conocido por su activismo
político, especialmente en el ámbito estadounidense. Una de sus principales
aportaciones consiste en el análisis de los medios de comunicación en tanto
herramientas para lograr un control social. Chomsky propone diez eficaces estrategias
para lograr este fin a través de los grandes medios de masas. Me parece
interesante comparar algunas de ellas con ciertas ideas de Naomi Klein en “La
doctrina del shock”.
La primera de
ellas es la estrategia de la DISTRACCIÓN. Si inundamos los medios con
información baladí, la ciudadanía vivirá al margen de los acontecimientos
fundamentales que tienen lugar en su sociedad. Ejemplo: el telediario de la
primera cadena estatal dedicó un cuarto de hora a hablar de fútbol y otro tanto
a la elección del nuevo Papa. Sólo después dedicaron 2 o 3 minutos a hablar de
los miles de estudiantes que se estaban manifestando ese mismo día en Madrid
con motivo del panorama educativo.
Otra pasa por
reforzar el sentimiento de AUTOCULPABILIDAD. Es muy sencillo explicar una
crisis económica diciendo que “mucha gente ha vivido por encima de sus
posibilidades”. Sin más. ¿Para qué tratar de explicar el fenómeno con mayor
profundidad? A veces la explicación más sencilla no es la más inmediata o la más
simple. Así todo, emitir la idea en una sola ocasión no bastará, por supuesto,
pero ahí entra en juego la repetición. A base de decir siempre lo mismo, una y
otra vez, uno empieza a asumirlo.
Introducir
cambios de manera GRADUAL, poco a poco, es otro modo de hacer que la gente no
perciba ciertas fenómenos a modo de shock. Si un día, de pronto, se comunicara:
“La educación superior pública costará, a partir de ahora, lo mismo que la
privada”, la noticia supondría una revolución inmediata, seguramente. Se puede
conseguir el mismo resultado subiendo año tras año el precio de las matrículas.
Esto provocará puntuales manifestaciones y revueltas, que (no sin descaro)
podrán ser ignoradas.
Otras
estrategias (fomentar la complacencia con la mediocridad, tratar a la gente
como si no fueran capaces de abordar cuestiones desde una perspectiva crítica,
conocer bien al receptor de la noticia…) son igualmente importantes, pero no me
detendré en cada una.
El caso es que
el modo en el que el capitalismo del desastre descrito por Naomi Klein se abre
paso hoy en día no requiere ya de shocks violentos. ¡Lo ideal es, de hecho, que
no se perciba ningún tipo de shock! Y, a nivel general, cualquier cambio brusco
que se quiera llevar a cabo (sea en la dirección ideológica que sea), si bien
es cierto que requiere una crisis – al menos, esa es la opinión de Milton
Friedman – lo más eficaz es que tal crisis, pese a su buena dosis de realidad,
no sea percibida.
Yo sí creo que hay cierto nivel de shock en España ahora mismo, es obvio que no con la intensidad que sufrió sudamérica o los demás casos de la doctrina del shock pero hay anuncios de nuevas medidas económicas a diario, hay casos de corrupción, monarquía... En definitiva, multitud de frentes abiertos que se ve en la cantidad de "mareas" y manifestaciones que se producen a diario que en realidad hacen que sean totalmente ineficaces.
ResponderEliminarEfectivamente, se está dando una situación de shock en nuestro país ahora mismo, no pretendo negarlo. Sólo quería poner de relieve algunas de las estrategias que atenúan esa sensación de shock, mostrando cómo el capitalismo del desastre gana terreno poco a poco, avanzando paso a paso sobre el terreno por el cual va sembrando el caos.
ResponderEliminarEl hecho de que las medidas económicas aparezcan frecuentemente es, creo, el vivo ejemplo de la estrategia gradualista que expongo. Si se impusieran de golpe, el shock se percibiría. Si anuncian una a la semana, la gente se acaba acostumbrando y la sensación de shock no es tan pronunciada, pero el resultado es el mismo: un desastre. Esto desemboca en manifestaciones que, como tú señalas, acaban siendo ineficaces porque muchas veces se hace lo posible por ignorarlas.
Todo ello, sumado a los candentes asuntos referentes a la monarquía, corrupción, y algunos otros puntos, demuestran sin duda que existe esa situación de shock. No al estilo de Argentina o Chile hace algunas décadas, pero está bien presente. Estoy de acuerdo.