Racionalidad tecnológica. Es una forma de acercamiento a la
realidad que ha calado en lo profundo de nuestra sociedad. Es indiscutible la creciente
presencia de la tecnología en nuestras
vidas. Si un día olvidamos coger el móvil al salir de casa, ese día será
completamente diferente. Nos bloqueamos, no sabemos qué hacer en muchos
momentos, nos aburrimos… Y esto sólo con el móvil, no digamos ya si lo
aplicamos a todos los dispositivos electrónicos que usamos cada día. La
racionalidad tecnológica es pragmática: busca aquellos medios y/o herramientas
que nos permitan manipular la realidad y controlarla a nuestro antojo. Pero,
como señala el profesor Ramón Queraltó, lo hace de una manera particular:
busca, primordialmente, «una eficacia
operativa y la constatación inmediata de la misma». Y esta es, básicamente, la
línea del capitalismo. Producir mucho y rápido. Lo que no entre dentro de esta
dinámica, lo que no sea "útil", no tiene lugar.
El problema reside en que, sin darnos cuenta, esta forma de
acercarse a la realidad se nos cuela a menudo en todos los ámbitos de la
realidad. Cuando le digo a alguien que estudio filosofía, en la mayoría de los
casos la primera reacción del oyente no es «¿por qué estudias eso?» o «¿qué es
eso, en qué consiste?», sino más bien: «¿para qué estudias eso?» o «¿para qué
es eso?». La primera medida es siempre la utilidad. Y cada vez medimos más las
cosas así. En una sociedad más capitalista como puede serlo USA, es más
evidente todavía. Al final el valor que uno tenga reside en lo que consiga
hacer en su vida. Eso es lo que importa. Crea toda una imagen exterior de sí
mismo para conseguir resultados y para ser visto como alguien "útil",
alguien que ha conseguido "grandes cosas", "méritos". Y
luego en sus pequeños apartamentos privados, cuando nadie los ve, sacan lo que
son de verdad, lo que desean, lo que les gusta de verdad. Es un dualismo que
cada vez se expande más en nuestra sociedad.
No se puede supeditar todo a la eficacia, entendida a
la manera de la racionalidad tecnológica. Sin embargo, el profesor Queraltó
señala que la manera de introducir la ética en este dinamismo es «justificar la
ética porque es eficaz para lo social tecnológico y global, constituyendo un
elemento más para alcanzar sus fines». Al final se dará (y se da de hecho) lo
que vemos en tantas empresas: hacen ver que son "éticamente
correctos" (mediante campañas de publicidad a favor del medio ambiente, de
un trato respetuoso con los trabajadores, de seguir lo que manda el cliente…),
y por el otro lado, asegurándose de que no se sepa, hacen lo contrario. Al
final lo que introduce esta ética es la famosa frase de la sabia tradición,
«que tu mano derecha no sepa lo que hace la izquierda». Pero, por supuesto, que
la gente vea lo que hace la derecha.
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