La teoría de las
puertas giratorias, un tema candente y de plena actualidad, trata de explicar
situaciones controvertidas entre políticos y empresas privadas. Los casos de
confabulación de este tipo pueden ser explicados del siguiente modo:
1. En primer
lugar los políticos hacen uso del dinero público. Lo invierten en la
realización de proyectos supuestamente beneficiosos para todos, aunque en
ocasiones tales proyectos sean un fracaso. Se exceden y piden dinero prestado a
los bancos, con lo cual el Estado contrae una deuda.
2. En algunas
ocasiones esos proyectos se sobrevaloran, de modo que el dinero de los
impuestos de los ciudadanos y de los préstamos recibidos va a parar a empresas
privadas (constructoras, por ejemplo). Esta sobrevaloración es, obviamente,
ilegal. Descubrir tramas de corrupción es un primer paso a la hora de hacer
justicia en estos casos. No siempre es suficiente, porque las leyes que regulan tales situaciones las establecen, entre otras, las personas que luego cometen el
delito (de modo que puede “salir rentable” cumplir la pena).
3. Por otro lado, hay que devolverle “el favor”
a los bancos. Se legisla entonces a favor del interés de los mismos, (o de multinacionales, grandes constructoras, etc.). Las deudas que se acumulan de este
modo provocan un estado de insolvencia en el país.
4. Ante esta
situación, los organismos económicos internacionales, como el Banco Mundial, el
Fondo Monetario Internacional o el Banco Central Europeo, organizan rescates al
país en cuestión. Quizá se intente desplazar la responsabilidad hacia el
ciudadano, a través de la idea de que ha vivido por encima de sus posibilidades
al aceptar créditos, hipotecas, etc. que quedaban fuera de su alcance.
5. Se impondrán
recortes destinados a remediar la situación. El rescate tiene un precio, que
pasa por adoptar más medidas (privatización, desregulación, etc.) en favor de
los bancos que nos rescataron.
6. Finalmente,
esos mismos políticos corruptos se incorporan después de su mandato a las
instituciones privadas en favor de las que han legislado, forzando o incumpliendo el artículo
12 de la legislación vigente, que regula las situaciones de incompatibilidad
entre cargos públicos y empresa privada.
En este punto,
cabe introducir el siguiente matiz. No creo que este sea el caso de la mayoría
de cargos públicos. Tampoco creo que sea necesario imponer la incompatibilidad
total entre un cargo público y otro privado. La línea de actuación que me
parece más adecuada pasaría por:
a)
La
creación de un organismo que garantizase absoluta transparencia en todas las
operaciones gubernamentales. Esto es, abogar por la transparencia como un
derecho del ciudadano, un derecho epistemológico inalienable. Si todo el mundo
sabe qué se hace con los bienes de la comunidad, no habrá posibilidad de que
esos bienes desaparezcan absorbidos por un interés privado.
b)
Convendría
desarrollar recursos de participación ciudadana efectiva y constante. ¿Creen
ustedes que debemos gastar x dinero en construir aquí un aeropuerto? ¿Qué
opinan de este presupuesto, o de este otro? ¿Deberíamos endeudarnos para lograr
tal objetivo? ¿Qué alternativas hay a tal o cual situación? El ciudadano medio
puede aportar más que su voto cada cuatro años, en cuanto a la actividad
política se refiere. Sólo hay que darle la oportunidad.
Gabriel Sánchez
Maestro, de Filosofía Política II, grupo 3.
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