Langdon Winner

viernes, 19 de abril de 2013

UN EJEMPLO DE MICRO-FÍSICA DE PODER: EL TRANSPORTE PÚBLICO


El poder, es un término muy conocido por la mayoría, tanto para las elites, como los más desfavorecidos. Un término que encierra grandes enigmas. Término que para unos trae violencia y destrucción, sin embargo, para otros pocos, ha sido visto como algo natural, como algo que constituye en el propio ser del hombre, el poder no es algo que oprime, más bien el poder es productivo, así lo defiende Michael Foucault, según él, el poder no se encuentra ni en la soberanía ni en instituciones políticas, sino en un conjunto de prácticas que a simple vista no se ven (Asistir a un concierto, el cantante en la tarima cantando y los demás escuchan). Prácticas que a día de hoy las vemos como si hubiese nacido de la mano del hombre, lo vemos como algo tan normal que nadie se cuestiona quién le puso nombre y para qué fue inventada. En esto es en lo que quiero centrar mi sospecha, en destejer ese tejido de araña donde se encuentra esa micro-física del poder de la que habla Foucault.

De esta manera, empezaré mi sospecha por la forma en que están construidas las autopistas, autovías, carreteras, etc. Estos tipos de vías fueron creadas para permitir a las personas viajar de un barrio a otro barrio, de un pueblo a otro pueblo, de una ciudad a otra ciudad, de un país a otro país. Sin embargo, nadie pensó los grandes problemas que conllevaría al crearse estos tipos de vías. Un primer problema que a mi juicio veo, es que en esos tipos de vías el medio de transporte es un vehículo, pero no cualquier vehículo, sino un vehículo de cuatro ruedas, entonces, si quiero ir de un barrio a otro, ¿en qué transporte vas? Uno primero diría en un coche, claro pero si no tienes suficiente poder adquisitivo (dinero) como para permitirte el lujo de ir a otro lugar en coche, y no digo ya que para poder ir en coche tienes que antes tener un carnet de conducir; te queda entonces el transporte público. Pero ya con esto, se te está limitando el poder viajar libremente a otro lugar cuando a uno le apetezca. Siguiendo con el drama, la siguiente opción es el transporte público, ese transporte dónde vas a otro lugar junto con otras personas como tú, donde tienes que esperar que venga el tren en poco tiempo (tres a ocho minutos) para llegar a tu destino. Bueno, quiero llegar mi sospecha, que el transporte público también te limita a viajar. Pues tienes que tener un pasaje un viaje, de diez viajes o un bono del mes para poder viajar, y ya ahí, te están diciendo otra vez que si no tienes dinero no puedes viajar. Entonces, uno diría, pues si no tengo para pagarme el pasaje, ¡voy en bicicleta! Aunque, antes de ir en bicicleta, tienes que tener una. Una vez que las tiene, te dices: ¡ahora sí! Pero aún te falta algo. Pues actualmente, el que quiera ir en bicicleta por ciertas calles habilitada solo para vehículo de motor tendrá que llevar obligatoriamente casco, chaleco reflectante, una luz blanca en la parte posterior y una luz roja en la parte de atrás de la bicicleta, sino te multarían. Ante esto, uno lo acepta, y compraría el casco, el chaleco reflectante y las luces, no solo por obligación sino también por seguridad. Hasta ahí, todo bien. El problema viene ahora, cuando vas andar en bicicleta es cuando uno se da cuenta de los grandes obstáculos que el gobierno ha puesto para que toda persona que quiera desplazarse por bicicleta se resigne a desplazarse mejor por transporte público. ¿Por qué? Varias razones no solo una. Una de ellas es que si vives en una vía inter-urbana, y se da el caso de que para ir al barrio del al lado tienes que ir: o debajo del puente, un lugar oscuro, fúnebre, con poca claridad, donde te encuentras con personas conflictivas; o por el puente, que es donde circulan los coches y no hay un espacio habilitado para que puedan pasar las personas, ni las bicicletas. Uno en un primer momento, optaría por ir por el puente, pero con ello corre el riesgo de ser atropellado por los coches. Por lo que estaría dejando su vida en peligro constantemente al cruzar el puente en bicicleta todos los días. Siguiendo la trama, el sujeto puede tener conciencia del peligro constante al que se expone y protestar ante el tribunal de justicia. Pero también puede ocurrir que aunque tenga conciencia ante el peligro que se expone no protestar y resignarse a ir en transporte público. También como última opción, puedes llevar la bicicleta en el transporte público (metro) siempre y cuando sean las 10:00 am a 12:30 pm o sino esperar hasta las 9:00 pm para poder llevarla. Y está opción última y las anteriores expuesta, deja ver cómo te condicionan a que solo utilices la bicicleta cuando vayas realizar una actividad de ocio, dada la hora que permiten llevarla en el metro. Así queda el desplazamiento en bicicleta para el ciudadano de a pie como una actividad de entretenimiento y no como un trasporte para poder ir al trabajo; queda como una actividad que solo puede acontecer en los parques y ciertos lugares habilitado con carril bici, cuyo carril fue hecho a propósito para poder alejar a las bici fuera de las autopistas, autovías, etc.


Con todo lo dicho, esto solo es un ejemplo de las miles formas de micro-física de poder a la que se expone el ciudadano de a pie del siglo XXI.  ¿Y qué podríamos hacer al respecto? Foucault ya lo había advertido, y lo que propone, es tener una actitud moral y política: “el arte de no ser gobernado a este modo y a este precio”, mejor aún, “el arte de no ser excesivamente gobernado”. Por ello, a todos esas personas que quieran ir en bicicleta, sea el motivo que sea (pero mejor si no es motivado por una actividad de ocio), les digo que no se resignen, que no se dejen vencer, que busquen todas las maneras posible para que no les quiten la libertad de ir cuando quiera y a donde quiera en bicicleta.  Esto solo es un simple ejemplo de cómo los grandes líderes del poder nos manipula. Y si miramos detenidamente cada aspecto de nuestra vida desde que sacamos el primer pie al levantarnos, nos quedaríamos perplejos de tanto control que tienen de nuestras prácticas y rutinas cotidianas hacia nosotros. Y lo peor de todo, es que lo vemos como algo bueno que nadie puede cambiar, ¡intocable! El único fármaco de momento que podría ayudar a qué no nos controlen en cada paso, en cado movimiento que damos, es cuestionarse el porqué de todas las cosas, no resignarse a que tu vida tenga que ser así porque otros lo hayan decido y no por ti mismo, por ello, hay que empezar informándose, y que esa información que recoges sea de nuevo devuelta a otras personas que lo ignoran, así entonces, solo así, a mi juicio, se podría ir desmarañando toda esa micro-física del poder, y así ir escogiendo, separando que formas de poder quiero que estén en mi vida cotidiana. ¿Qué formas de poder vas a elegir?

Andrea Triviño.

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