Langdon Winner

viernes, 3 de mayo de 2013

2008: el estallido de la crisis.


La crisis financiera y la burbuja inmobiliaria que ha sufrido España, es tratada en los videos Españistan y Simiocracia de Aleix Saló. En resumen, la ley de suelo y la reforma laboral de 2002 que aprobó Aznar, con su reducción de derechos laborales, aumentó la demanda de mano de obra e hizo que fuese un chollo invertir en vivienda, bajó el paro pero los salarios estaban congelados. Sin embargo muchos accedieron a una vivienda porque las condiciones para conceder una hipoteca bajaron. El precio de la vivienda siguió subiendo hasta que llegó el momento en que las constructoras, bancos y cajas no pudieron hacer frente a la deuda que se les vino encima, y tuvieron que ser rescatadas o nacionalizadas por el Estado.
La deuda de España en el 2008/9 con Zapatero estuvo a punto de llegar al colapso financiero porque las entidades de crédito pedían unos intereses casi incompatibles con ser devueltos, en vez de hacer frente a la deuda la refinanciaban, dejando al país empeñado en casi un billón de euros. Teniendo que asumir el Estado el reflote financiero de los bancos intervenidos, porque el dinero que se ha dado a los bancos cuenta como déficit del Estado.
Debido a la globalización, la crisis crediticia de EE.UU se expandió por todo el mundo. Y entramos en recesión, ya nadie prestaba dinero.

El documental Inside Job profundiza sobre la crisis de EE.UU.
En septiembre de 2008 quiebra Lehman Brothers y se colapsa la mayor aseguradora del mundo, AIG. El terremoto de Wall Street se venía fraguando desde los años 80, cuando el presidente de los EE.UU, Ronald Reagan, inició 30 años de desregularización financiera.
Los economistas defensores del libre mercado lograron tener mucho peso en la política.
 A finales de los 90 el sector financiero se consolidó en varias firmas enormes que su quiebra podía amenazar al sistema, y Clinton las ayudó a crecer aún más. Los bancos, como buques petroleros, saben que si son muy grandes se les tiene que rescatar.

Cuando Bush ascendió al poder en 2001, dominaban la industria: cinco bancos de inversión (entre ellos, Goldman Sachs, Lehman Brothers, Merrill Lynch…), dos conglomerados financieros  (Citigroup, Jp Morgan), tres aseguradoras de valores (aquí está AIG), y tres agencias calificadoras (Moody´s, Standard&Poor´s y Fitch). Ligado todo por las cadenas de bursatilización, un sistema que conecta billones de dólares en préstamos con inversionistas de todo el mundo.
En el sistema viejo, cuando el dueño de una casa pagaba su hipoteca pedía un préstamo a largo plazo a su prestamista local, y este se aseguraba de que pudiera devolvérselo.
En el nuevo sistema, el prestamista vende las hipotecas a bancos de inversión, los cuales junto con otros prestamos crean derivados complejos llamados “Obligaciones de deuda colateral izada” (CDO), y estos bancos vendían las CDO a inversionistas. Aquí, cuando una persona paga su hipoteca el dinero va a inversionistas en todo el mundo. Mediante la bursatilización la gente que hizo el préstamo no corre riesgos si no les pagas. Los bancos sólo querían vender más CDO, y las agencias calificadoras pagadas por los bancos de inversión ganaban dinero por poner una calificación alta.
Entre 2000 y 2003 se hicieron muchos préstamos hipotecarios abusivos, con mucho riesgo, las llamadas “subprime”. Se daban préstamos subprime caros a prestatarios que no podían pagarlos. Y llegó un momento en que, como todos podían conseguir hipotecas, los precios de las casas se dispararon y el resultado fue la burbuja financiera más grande de la historia.
En una emisión de valores de Goldman Sachs los prestatarios habían recibido el 99’3% del valor de la casa. No habían invertido nada, y encima tenían una calificación AAA, tan seguras como el gobierno.
Pero en Wall Street sabían lo que estaba pasando, aceptaron que su compañía corriera riegos si así ganaban más millones de dólares al año, y se hicieron muy ricos.
Jonathan Albert, psicoanalista de muchos ejecutivos de Wall Street dice que estos empresarios son personalidades de tipo A, impulsivos, y corren riesgos también en su vida privada, no sólo en los negocios. Gastan dinero corporativo en cocaína y prostitución, clasificando los servicios como reparación de ordenadores o consultas legales. Ignoran el impacto de sus acciones en la sociedad, en la familia. No tienen remordimientos en estar con una prostituta y luego irse a casa con su esposa.

Algo recurrente es que las personas de la alta esfera política legislan siempre en favor de la élite económica. Por ejemplo, Henry Paulson, el director de Goldman Sachs, en el gobierno de Bush pasó a ser secretario de tesorería, y al tener que vender sus acciones de Goldman para poder trabajar en el gobierno, el presidente Bush aprobó una ley para que no pagara impuestos, y se ahorró 50 millones de dólares. Pero es que encima, estamos hablando de una compañía acusada de fraude por apostar contra los valores que ella misma recomendaba a sus clientes como inversión. Cuanto más dinero perdían sus clientes, más dinero ganaba Goldman Sachs.
Cuando el mercado de las CDO se colapsó, los bancos de inversión se quedaron con un stock de miles de millones de dólares en préstamos, y propiedades que no podían vender. El sistema financiero crediticio se colapsó, nadie podía pedir dinero prestado. Y la administración Bush no supo ver la magnitud del problema.
 Hubo 6 millones de ejecuciones de hipoteca.

Algunas compañías quebraron (Lehman Brothers) y otras fueron rescatadas (AIG), costando a los contribuyentes más de 150 mil millones de dólares. Pero los hombres que nos metieron en la crisis encima salieron aún más ricos y con compensaciones económicas (los cinco ejecutivos más altos de Lehman Brothers al quebrar la firma se quedaron con todo su dinero, y los dueños de AIG al día siguiente de ser rescatada recibieron 62 mil millones de dólares).

La crisis financiera fue lo que propició la victoria de Obama, quien poco antes de las elecciones de 2008 criticó la avaricia de Wall Street y la falta de regulación. Pero al subir al poder apenas hizo reformas financieras, y siguió siendo un gobierno con ejecutivos y consejeros económicos de Wall Street. Los responsables de la crisis siguen en el poder, y gastaron millones para evitar hacer reformas profundas, porque son la gente que creó la estructura. 
El documental Inside Job señala cómo sucedió la crisis, y quienes son los culpables. Deja más que patente la necesidad de cambio y lucha, para que el sistema atienda a las necesidades de las personas y no a la avaricia de los empresarios.

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